Éxodo

Éxodo
"Cielo e Infierno" de andar por casa, en un rincón del cosmos con viento de galaxia, a orillas del limbo, a la intemperie, entre olas de tiempo y espacio. Un nudo de materia...con palabras en la garganta.

jueves, 1 de marzo de 2012

Comentario en el blog "Los niños preinformáticos"



RECORDANDO: Comentario en el blog : "Los niños preinformáticos" de Manuel González García [http://losninospreinformaticos.blogspot.com/]

RECORDAR es volver a traer al corazón.

El yo pasado, lo que ayer sentimos y pensamos vivo, perdura en una existencia subterránea del espíritu. Basta con que nos desentendamos de la urgente actualidad para que ascienda a flor de alma todo ese pasado nuestro y se ponga de nuevo a resonar. Con una palabra de bellos contornos etimológicos decimos que lo recordamos —esto es, que lo volvemos a pasar por el estuario de nuestro corazón—. Dante diría per il lago del cor [José Ortega y Gasset: El espectador, II, "Azorín: primores de lo vulgar"]

 
AnónimoDec 30, 2011 12:49 PM

Estimado amigo, de momento solo he leido este primer capítulo, y no solo he sonreido, sino que (de niño preinformático a niño preinformático) te confieso, me he emocionado. La memoría me ha llevado, a través de tu relato, a momentos de felicidad plena, primitiva, ingenua e infantil, como quizás el bocado de la magdalena provocó en Proust, necesariamente. Niños primitivos sobre suelo "natural". Me has traido detalles olvidados que "misteriosamente" cohesionaron la subespecie en una cultura coherente. Los dos reales (con agujero) al final del cordel de la peonza. Las chapas de cinzano (preferibles por cuestiones mecánicas y no por tontez de marca). Las peonzas pintadas, cuyo giro transformaba, lo pintado o dibujado en algo mágico. La intención de partir la peonza contraria (mejor para esto las de pico cigueña que las de pico garbanzo). Te cuento algunos detalles: en mi tribu, ubicada en el espacio ecológico de un barrio de Salamanca, sobre la foto del ciclista (Luis Ocaña por ejemplo) colocábamos un cristal finamente y pacientemente trabajado (como solo Spinoza pudo pulir sus lentes), y dicho cristal lo sujetábamos, en el borde de la chapa, con cera de vela. Los distintos pesos conseguidos mediante estas técnicas sencillas y las correspondientes virtudes aerodinámicas, nos proporcionaban emociones similares a las del primer inventor del fuego. Eramos inventores de técnicas y herramientas, y la mente trabajaba y obtenia desde aquella precariedad que hoy no nos pesa, y que quizás nos ha ayudado. Otro rasgo de mi tribu (probablemente compartido en otros lugares de la subespecie): haciamos canicas con barro (como alfareros) y las cociamos en el horno de chapa de mi madre. Perfectas. El "gua", palabra que creo que aparece en un libro de éxito recientemente aparecido: "Palabras moribundas", moribundas pero que siguen vivas en nuestros recuerdos. ¿Como es posible, en un tiempo en que los medios de masas no tenían el poder que hoy tienen, que la cultura de esta subespecie se cohesionara y coincidiera en tantos detalles, y en tantos puntos de la geografia española? Sorprendente y mágico. Y estos juegos (también el clavo), se desarrollaban, efectivamente, con un fondo de cantinelas dulces y melodiosas que las niñas nos regalaban. Jugar con música de fondo pero sin auriculares. Había juegos en que el propio cuerpo era la herramienta, y la técnica sutil, aunque un poco bestia: en mi tribu lo llamábamos PICO-ZORRO-ZAINA: niños inclinados-flexionados hacia delante, enlazados en fila (con mas o menos eslabones), y el primero de la fila apoyado a su vez en otro que estaba de pie (espalda apoyada en la pared) que llamábamos "la madre". El equipo contrario saltaba (tras carrerilla) intentanto alcanzar el puesto mas avanzado de la fila, quedando a horcajadas sobre la espalda de alguno de los niños agachados (equipo contrario). Saltaba todo el equipo, y el primero en saltar (que quedaba el mas cercano a la madre) dibujaba un gesto con ambas manos según las tres alternativas posibles (pico, zorro, o zaina), que el equipo contrario (inclinado con la cara hacia abajo) no podía ver, pero que tenía que adivinar. El que hacía de "madre" era testigo y arbitro. Si el equipo que hacia de montura adivinaba el gesto del equipo jinete, se cambiaban las posiciones de juego (de inclinarse pasaban a saltar y viceversa). Pues bien, este juego es tan antiguo que lo he leido descrito, aunque con otro nombre, en el Satiricon del clásico Petronio.
Lo siento me he enrollado.
ENHORABUENA Y GRACIAS

No hay comentarios:

Publicar un comentario