Éxodo

Éxodo
"Cielo e Infierno" de andar por casa, en un rincón del cosmos con viento de galaxia, a orillas del limbo, a la intemperie, entre olas de tiempo y espacio. Un nudo de materia...con palabras en la garganta.

jueves, 1 de marzo de 2012

De la perversión y otras historias de terror (a la memoria de Luis García Berlanga)

Tiene por cierto y ajustado a derecho, el ser humano, considerarse el único animal ANTINATURAL. Tiene libertad para ello y para mayores sustos, estima, y se contempla sacando un pie fuera de la naturaleza, horrorizado.
Cuestión es esta y duda ontológica, que corresponde a la escala o perspectiva que se maneje en tal consideración.
El hombre es la medida de todas las cosas, pero sobre todo de lo humano. Sus axiomas solo soportan su universo.

¿Puede haber "dentro" de la Naturaleza algo antinatural? ¿Y "fuera" de la Naturaleza (con mayúsculas) hay algo?
Podría pensarse que si hay algo "humano" eso es el erotismo, y si se me apura, la perversión. Puesto que la definición de lo "humano" se ha ido difuminando y complicando, y entendemos muchos que los primates superiores (y por que no también los inferiores) tienen derechos humanos, pues no en balde fabrican herramientas, rompen nueces, ríen a carcajadas, se besan mucho, "hacen el amor", extraen termitas (con sutiles sondas que ellos fabrican), y trasmiten su cultura (¿quien puede demostrar que no recitan, mentalmente, poesía sin rima, o que no tararean, espiritualmente, música dodecafónica?), nos vemos obligados a buscar un nuevo "umbral" para lo humano (posthomínido).

¿Será este umbral definitorio y definitivo, una específica capacidad para la perversión que ningún animal comparte? ¿una capacidad para lo "antinatural" dentro de la Naturaleza?

Podríamos, efectivamente, vernos a nosotros mismos, a modo de definición, como los únicos animales perversos, eróticos, de insana imaginación, que ha abortado el Cosmos, alejados por nuestra malhadada libertad, del recto camino de la naturaleza....hasta que contemplamos (estupefactos y maravillados) una de esas "fiestas liberales" que los simpáticos chimpances bonobos, tan  expresivos y tan erectos, se montan en plena jungla, muy cerca de la naturaleza primigenia, y en su propio seno inocente.

Tenían por costumbre muy popular y edificante, los inquisidores católicos (pero no solo ellos) cocinar en su salsa a todo aquel desviado del "derecho natural" (salvo virginal concepción), que tendiera al artificio y la locura imaginativa (siempre peligrosa y antinatural), o fuera pillado in flagranti delicto sobre hechos incontestables.
Mezquina escala de apreciación que no justifica el atraso intelectual de los tiempos si atendemos a la fácil sabiduría que ya demostraban bonobos y otras tribus posthomínidas.

Tal tendencia a achicharrar al próximo-distinto para disfrute y aplauso de la plebe, debe entenderse menos como un defecto en la maduración cerebral de los inquisidores, y mas como una hiperplasia de la estupidez "civilizada".
Nadie puede negar (visítese el museo de Toledo) que la mencionada estupidez (que no inocencia)   inquisitorial era perféctamente compatible con una amplia variedad de recursos imaginativos en lo que a métodos de tortura se refiere.

Dicho todo esto como "curiosidad etológica", mantengámonos dentro de los límites de lo sensato.












No hay comentarios:

Publicar un comentario